Cuando terminé de ensayar me sentí harta, asquerosamente harta.
Decidí caminar en el bosque que rodeaba el teatro. Las hojas refrescaban
la piel rasposa que cubría mis pies. Caminé perdiendo la noción del
tiempo. Creo que escuchaba voces cuando salí del teatro que me
preguntaban ''Hey, ¿a dónde vas?'' Pero yo sólo seguí caminando sin
voltear.
Mis pies adoloridos recordaban los pasos de baile y los recapitulaba dando traspiés. Después mis manos les siguieron y me dí cuenta que todo mi cuerpo reproducía El Cascanueces de Tchaikovsky. Todo se tornó de colores vivos a pesar de que era Otoño. Mi cuerpo no sudaba y el hartazgo desapareció sin dejar rastro alguno en mis sienes. Bailé y bailé. Los violines del viento me acompañaron, la noche fue mi espectador, las hojas mis maestras.
Mis pies adoloridos recordaban los pasos de baile y los recapitulaba dando traspiés. Después mis manos les siguieron y me dí cuenta que todo mi cuerpo reproducía El Cascanueces de Tchaikovsky. Todo se tornó de colores vivos a pesar de que era Otoño. Mi cuerpo no sudaba y el hartazgo desapareció sin dejar rastro alguno en mis sienes. Bailé y bailé. Los violines del viento me acompañaron, la noche fue mi espectador, las hojas mis maestras.
(texto Mariana Tlemgm)
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